Portland, Oregón.— Se estableció el plan de estudios, se inscribió a los estudiantes y los funcionarios de Oregón aprobaron casi todos los detalles de la capacitación para la primera clase de facilitadores de hongos “mágicos” que buscaban la certificación estatal.
Pero cuando la sesión de cuatro días comenzó en la sala de conferencias de un hotel a principios de diciembre, faltaba una herramienta pedagógica importante: los hongos mismos.
Eso se debe a que los funcionarios estatales, dos años después de que los votantes de Oregón aprobaran por poco el uso de psilocibina en adultos, todavía estaban elaborando el marco regulatorio para la producción y venta de los hongos alucinógenos rojizos.
En cambio, los estudiantes, la mayoría de ellos experimentados profesionales de la salud mental, tendrían que hacer juegos de rol entre ellos mediante la meditación o prácticas intensivas de respiración que podrían conducir a estados alterados de conciencia, lo más parecido al tipo de viaje psicodélico que encontrarían como guías autorizadas.
No es que nadie se quejara.
Al igual que muchas de las dos docenas de estudiantes que pagaron casi 10 mil dólares por el curso, Jason Wright, de 48 años, enfermero psiquiátrico de un hospital en Portland, dijo que estaba encantado de ser parte de un experimento audaz con implicaciones nacionales. “Es increíble estar al frente de algo que tiene el potencial de cambiar nuestra relación con las drogas que, en primer lugar, nunca deberían haber sido criminalizadas”, dijo.
El 1 de enero, Oregón se convirtió en el primer estado de la nación en legalizar el uso de psilocibina en adultos, un psicodélico natural que se ha mostrado muy prometedor para el tratamiento de la depresión severa, el trastorno de estrés postraumático y la ansiedad al final de la vida entre los pacientes terminales, entre otras condiciones de salud mental.
Aunque los científicos todavía están trabajando para comprender su dinámica terapéutica, se cree que la psilocibina y otros psicodélicos promueven la neuroplasticidad, un nuevo cableado del cerebro que brinda a los pacientes nuevas perspectivas sobre problemas psiquiátricos de largo tiempo.
Un estudio reciente sobre el trastorno por consumo de alcohol, por ejemplo, encontró que dos dosis de psilocibina combinadas con terapia de conversación llevaron a una disminución del 83 por ciento en el consumo excesivo de alcohol entre los participantes, y que casi la mitad de ellos habían dejado de beber por completo al final del mes de prueba.
Los beneficios a largo plazo, sin embargo, siguen sin estar claros.
La medida 109, como se llama, autorizó la creación de centros de servicio de psilocibina donde cualquier persona mayor de 21 años puede consumir los hongos en un entorno supervisado. Un requisito clave es que un facilitador certificado por el estado debe estar presente durante los viajes inducidos por drogas, que pueden durar cinco o seis horas.